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Sunday, April 24, 2011

EL DÍA A DÍA de una traductora free-lance

Anoche me dormí a las 2 de la mañana (soy noctámbula e independientemente de tener o no trabajo que hacer, no consigo conciliar el sueño antes de esa hora). 

9.00 de la mañana. Me despierto y tomo mi primer café, (gentileza de mi compañero que también trabaja desde casa) mientras veo Los Desayunos de TVE e intento abrir los ojos del todo. Segundo café.  

10.00 de la mañana. Enciendo el ordenador. Miro mi correo. Ningún encargo de trabajo;  recojo un poco la casa, guardo la ropa y paso la mopa.

10.30 Apago el televisor. Ducha. Recorrido por los blogs, escribo comentarios y respondo a  los mails de FTF (compagino mi trabajo como traductora con una pequeña academia de inglés que comparto con otra socia) hablo con mi socia y hago también las llamadas telefónicas pertinentes (cambios de horario, cancelaciones de clases, etc.).

Salgo a mi patio con el tercer café (en este caso un Nespresso - el presupuesto de este mes me ha permitido llamar a George Clooney para que me traiga un pedido) y un cigarrillo. Quince minutos al fresco para mirar mis plantas, cortar flores marchitas, regar un poco...y relajarme con el sol acariciándome la cara sin pensar en NADA.
Vuelvo a mirar mi correo. Una amiga que está en el paro me pide que le traduzca su CV. 
Me pongo a traducir inmediatamente al tiempo que me repito algo que digo a menudo: que me gusta tanto este trabajo que si no fuera porque hay que comer lo haría gratis. Lo hago gratis. Subidón.

14hs. Mi pareja me llama a comer justo cuando le doy a Enviar al mail con el currículum traducido. Disfruto de una fideuá maravillosa (privilegio de mesa puesta - no tengo que cocinar y tengo la suerte de comer como los dioses). Vemos las noticias. Él sube a dormir la siesta y yo limpio la cocina que - vaya cruz - ha dejado hecha un asco (la limpieza de la cocina está excluída del privilegio).

 Preparo la sala para la clase de inglés de esta tarde. Otros diez minutos en el patio, otro café, otro pitillo.

16.30 Vuelta al ordenador. Mi amiga confirma y agradece recepción de la traducción. Ningún pedido nuevo. Contesto emails de dos de mis hijas. Una quiere que le busque criaderos de perros en Internet porque no tiene tiempo de hacerlo ella y quiere comprar un perro. La otra quiere saber cómo traducir "lineal de supermercado" para un power point que está haciendo en el trabajo.

Me pongo a revisar cuentas, pagos y facturas pendientes de cobro. Desde el viernes que no entra ningún encargo y este mes ha habido también muchas clases canceladas. Mi compañero también es freelancer - vivimos al día, sin poder ahorrar y muchos meses con el alma en vilo.
En cuanto se levanta de la siesta nos vamos a andar. El médico le ha recetado una hora diaria de caminata - una delicia - estamos redescubriendo Madrid, hacemos ejercicio y soltamos ambos el ordenador durante unas horas. 

19.00hs llegamos a casa después de andar unos 8 km y de haber visitado una maravillosa exposición en la Fundación  Caja Madrid. Adrenalina a tope.

Enciendo el ordenador. Un mail de una desconocida que escribe a través de un foro de traductores al que pertenezco pidiéndome presupuesto para una traducción. ¡Aleluya!

Leo la prensa en la red mientras espero su respuesta. A pesar de llevar más de 25 años traduciendo se me sigue poniendo un nudo en el estómago antes de recibir el documento y saber de qué trata, cómo será de larga, cuánto tiempo me darán para hacerlo, etc.
Entra su mail - gran decepción: es una traducción técnica. Yo NO hago traducción jurada ni técnica. Tengo que revisar mi perfil, juraría que allí lo pone bien clarito. La miro por encima y pienso que podría hacerla ¿qué es un doble puente galvanizado de acero reforzado?. No.  Hace tiempo que me juré no aceptar trabajos que no me entusiasman o en los que no estoy especializada.  Estimada xxxx: Lamento mucho decirle que no me dedico a la traducción técnica, etc...

19.30 Llegan profe y alumno. Le dejo al alumno el libro que le prometí la semana pasada y los dejo solos, encerrándome en el despacho. Preparo los contenidos para un posible próximo curso de literatura. He de hablar con el profesor para coordinar horarios.
No vuelvo a mirar el mail hasta después de la cena. Un cliente pide presupuesto para un trabajo muy interesante. Envió el mail a las 20.00h y aunque son ya las 22.30 e imagino que no verá mi respuesta hasta mañana por la mañana, contesto. 

 Esta noche no conseguiré leer nada pero dormiré como un angelito, estoy segura. ¡Mañana tengo faena!